Os subimos un post que nos escribe Alicia Rodriguez, matrona que colaboró con nosotras y nos ayudó tanto. Gracias Alicia.
Una vez aterrizados en casa después del parto, el padre de la criatura se convierte en el principal y fundamental apoyo para la madre. Sin embargo, dado que la atención de la madre se va a centrar durante las primeras semanas en el cuidado 24 horas del bebé, es posible que florezcan en él sentimientos de desplazamiento y confusión.
Esta situación puede reconducirse si el papá comprende la naturaleza íntima y constante de la alimentación al pecho de su hijo, y dirige su actitud hacia el fomento y protección de la misma.
Al principio, en la planta de maternidad los días pueden parecer complicados; por la inexperiencia de la reciente mamá, la fatiga y otras posibles molestias tras el parto, las visitas en el hospital y la necesidad constante del bebé de mamar. Algunos padres, en un intento de ayudar a su pareja, a la que ven en los primeros días desbordada o con dudas acerca de su propia capacidad para amamantar, suelen ser los primeros en sugerir un "biberón salvador" para aliviar la presión sobre la madre. Pero es necesario que ellos también sean conocedores del funcionamiento del pecho y de los ritmos del bebé, que los primeros días estará más demandante a fin de establecer su producción a largo plazo, y también porque la leche materna se digiere rápidamente. Que entiendan que la lactancia no tiene horarios rígidos.
Su rol debería ser pues, animar a la madre para que ella confíe en su propia capacidad de amamantar, respaldar sus decisiones y evitar o protegerla de comentarios negativos en cuanto a la lactancia, tanto propios como del entorno.
En caso de dificultades, el padre puede ser el encargado de intermediar por ella para consultar a un profesional cualificado.
Una vez en casa, la función del padre es de vital importancia: teniendo atendida a la reciente mamá (ofreciendo alimentos fáciles de comer con una mano y ricos en fibra, y bebida), velando por su comodidad y procurando su descanso a lo largo del día y de la noche (podéis probar a dormir junto al bebé, con el bebé en la cama o a dormir en habitaciones separadas al principio. Lo mejor es valorar qué situación se ajusta mejor a vosotros); ocupándose de las tareas de la casa, gestionando o limitando las visitas de familiares y amigos (aunque la mamá no lo exprese, necesita descanso e intimidad, y en ese caso os tocará ser su portavoz), jugando y prestando atención a los hermanitos mayores, cuidando del bebé cuando no esté al pecho, para bañarle, cambiarle el pañal, dormirle o bien para simplemente disfrutar de su contacto mientras la mamá se dedica un tiempo a ella misma (¡o a dormir!).
Sabiendo que la baja paternal resulta insuficiente para muchas familias, y dependiendo de las posibilidades laborales, puede ser una opción disponer de las vacaciones para alargar la estancia en casa con la madre y el bebé, así como pedir la colaboración de abuelos y otros familiares.
El papá también puede intervenir en la extracción de la leche para su hijo, dando un masaje en la espalda a la madre para que fluya mejor, u ocupándose de conservarla y dársela al bebé en caso de ausencia de la madre.
Es necesario que los padres sean pacientes con su pareja y se muestren atentos a sus posibles necesidades de cariño, escucha y apoyo en estos momentos, pues un auténtico torbellino de emociones y pensamientos surgen en la mente de la madre que acaba de parir. Es habitual que sobre todo los primeros quince días tras el parto aparezcan en ella sentimientos de baja autoestima, de fatiga, de falta de control, de dudas sobre su capacidad de ser buena madre, de tristeza, etc. Y esto unido a las propias cargas físicas tras el parto (molestias en las mamas con la subida de la leche, dolor en la zona del periné por episiotomía o desgarros, loquios o manchado fisiológico postparto, entuertos o molestias en el útero cuando el bebé mama, posibles pérdidas de orina al principio, hinchazón por los líquidos administrados durante el parto, barriguita, etc.). Esto es lo que se conoce como "tristeza puerperal" o "maternity blues", que afortunadamente se trata de una situación pasajera.
Según avanzan los días, la mamá (y también el papá) se van adaptando a la nueva vida con el bebé, y esos pensamientos de dudas y falta de confianza en
uno/a mismo/a se van disipando poco a poco.
Photo by David Castillo Dominici. Published on 14 September 2011
Stock photo - Image ID: 10057419
Stock photo - Image ID: 10057419